Planificar clases... ¿Es necesario?

Recientemente un amigo publicó en su perfil de facebook una reflexión sobre la relevancia de la planificación de clases. 


Sus principales argumentos de reflexión son [citas en cursiva]:

  • Las planificaciones de una sesión de clase suelen ser un camino intrincado e inservible, pues la realidad no seguía la ruta prefabricada.
  • No puede preverse la ruta de construcción de pensamiento de sus estudiantes, peor si está pensada de la siguiente manera "Les enseño el mapa y ellos preguntan..."
Totalmente de acuerdo con sus opiniones; las preguntas en el centro de su post son: 

¿Es útil planificar clases? 
¿Son realmente un instrumento de apoyo al trabajo pedagógico? 

Estas preguntas me ponen en un aprieto. Pero aclaremos las cosas:
  • Planificar el proceso de enseñanza y aprendizaje ES NECESARIO.
  • Lo que mi amigo llama "planificaciones de una sesión de aprendizaje", no necesariamente es lo que debe hacerse como práctica de gestión del aprendizaje.
NOTA 01: (Para evitar confusiones, en lo adelante llamaré a mi punto de vista gestionar el aprendizaje

Esta confusión la tenemos (ver nota 01), porque la educación como ciencia necesitó validarse (sobre todo en los años 60, y siguientes) a través de herramientas que provenían de la teoría de la administración. De esta época oscura (que vivimos en muchos salones hoy en día) deviene la función administrativa de nuestros directivos (una de las cuáles es la entrega "a tiempo" de nuestras clases planificadas.

Esta necesidad académica, ya desviada desde las prácticas pedagógicas de la escolástica, se complementó con las propuestas del conductismo, y consecuentemente con la incorporación de sesiones de aprendizaje que planificaban al milímetro las conductas y los contenidos a aprender en el aula. Con una práctica pedagógica tan férrea no era necesaria la formación inicial docente, sino que aquel que quisiera ser maestro debía tener una conducta moral irreprochable: Ahora saben de dónde viene la costumbre de contratar malos maestros (aunque sean buenas personas)

Esta práctica administrativa acompaña el discurso que avala una escuela que te prepara para la vida (¡Cómo si los estudiantes no tuvieran vida en la escuela!): Y con ello, se generaliza otro discurso de naturaleza curricular que valida cuáles son los contenidos que serán necesarios en el mundo del mañana. En consecuencia, el ser docente se reduce a planificar estos contenidos en formatos y a seguir à la lettre  los ejercicios que brinda el libro de texto.

Este efecto burocratizador que se adivina en las reflexiones anteriores empeoró cuando el cognitivismo inunda nuestras escuelas, porque el maestro ahora no solo tiene la misión de inculcar (sentido etimológico) valores, sino de formar conocimientos (desarrollar contenidos). Ergo, plasmar esta pretensión en formatos más o menos estructurados:
  • Y hacerlo bien...
  • Y hacerlo a tiempo...
  • Y reproducir en el aula el guión elaborado

Los guiones pedagógicos son difíciles de hacer, son casi imposibles de seguir e impensablemente evaluables. ¿Qué hacer con tantas sesiones diseñadas? En qué momento se evalúan. Horas de trabajo y de papel sin uso. - Percy Salinas

De nuevo concuerdo con él.

Pero ya hemos dejado en claro que hablamos de dos cosas diferentes... Con la razón que emana de su práctica pedagógica en la educación básica, y en la educación superior) reconoce que al gestionar el aprendizaje no se pueden hacer guiones, ni seguirlos, porque un aula no es como un auditorio de teatro. Ese tipo de planificaciones sin duda alguna sirven poco o nada en la ejecución de un proceso bien llamado GESTIÓN DEL APRENDIZAJE.

Para evitar este tipo de prácticas, poco felices, dentro de la gestión de la escuela habría que 

  1. Incorporar a la Formación Docente la neuroeducación, así verían que no se puede prever la ruta de construcción del aprendizaje.
  2. Incorporar a la Formación Docente la teoría pedagógica en constructivismo, así la clase no sería posible siguiendo un guion. 
  3. Formar a los profesores en didáctica del aprendizaje, y en metodología de la enseñanza de su especialidad en particular. (no solo en teoría, sino en la práctica, a través de talleres, o utilizando el estudio de caso, como propone mi amigo)
  4. Revisar el estado del arte en relación a la planificación de sesiones de aprendizaje (Siempre es útil ver qué hacen los otros ¿no?)
Mi respuesta pone en el centro de la discusión otro elemento: la naturaleza ideológica del sistema. Si bien todo proceso educativo es en esencia ideológico, y trasmite (reproduce) relaciones políticas, la planificación de clases permite que las estructuras hegemónicas (que ejercen el poder ideológico de las clases dominantes) garanticen que en el aula se desarrollan aquellos contenidos, y procesos de aprendizaje que son "políticamente correctos".


El asunto radica en la incomodidad de presentar papeleo innecesario, por un lado, y en la capacidad de los actores para poder desplegar un proceso de construcción de saberes que a todas luces no saben hacer. Otro punto es si quieren hacerlo o no, que alude al compromiso y a la responsabilidad pedagógica de los docentes.

Creo que hay una utilidad en el proceso de planificación pedagógica (identificar el movilizador del aprendizaje, prever las estrategias que se podrían utilizar, evaluar los saberes que se crean), aunque no creo en la presentación de formatos superfluos. El Perú es un país en tránsito. Acá abunda la burocracia (en educación más que en otros sectores, probablemente). Hasta que no se resuelvan temas relacionados a la formación docente y a la gestión de la escuela; presentar, o no, las sesiones de aprendizaje, serán un tema pendiente.

El profesor debe ser un gestor del aprendizaje (no un dador... ni un actor). Debe ser capaz de "ecualizar" el proceso de enseñanza y aprendizaje y por tanto ser flexible en su práctica y en sus documentos de gestión. Para ello necesitan una real retroalimentación de su práctica pedagógica...